“EL INCIDENTE EXTRATERRESTRE DE ROSWELL REALMENTE SUCEDIÓ”: UN AGENTE DE LA CIA HABLA EN EL 65º ANIVERSARIO DEL EVENTO
Chase Brandon es un ex-agente de la CIA que trabajó 35 años en la agencia de inteligencia norteamericana supervisando operaciones encubiertas en más de 70 países, y que, coincidentemente con el 65 º aniversario del incidente de Roswell, realizó impactantes declaraciones en las cuales confirma todo lo que se ha supuesto sobre el orígen extraterrestre de aquél famoso evento.
Asegura haber visto con sus propios ojos un archivo oculto de la CIA sobre el “ovni” que supuestamente se encontró en el lugar mientras jura que “Es lo que realmente sucedió.”
Afirma que tuvo acceso a información que se encontraba oculta en una caja fuerte en la “zona abovedada” de la sede de la agnecia en Langley ( donde supuestamente se guardan los más sensibles expedientes secretos ) bajo la carátula “Roswell”.
“No fue un globo meteorológico”- afirma Brandon-”Fue un objeto que no provenía de este planeta, como se aseguró en la declaración original” y relata haber tenido acceso directo a evidencia de uno de los alienígenas que tripulaban las tres naves ( número que confirmó hace poco el propio FBI ) en un área de alta seguridad en la sede de la CIA en Langley.
Aseguró – en el contexto de un reportaje concedido al periódico The
Huffington Post – que no vá a revelar el contenido exacto de lo que vió
en aquélla caja, pero que allí existen fotos y material que prueban la
autenticidad del evento.
Las declaraciones de Brandon, quien durante más de 25 años tuvo a su cargo un servicio de élite de la agencia de operaciones encubiertas relacionadas con contrainsurgencia, narcotráfico y contrabando de armas, una vez más, evidencian un curioso y recurrente proceso que se sigue con respecto a este y otros temas relacionados con episodios OVNI que ya hemos analizado en otras ocasiones: poderosos personajes que otrora tuvieron a su cargo la defensa a ultranza del secreto sobre estos temas, encargados de desmentir, desprestigiar y silenciar a todo aquél que sostuviera la supuesta veracidad de la realidad extraterrestre subyacente detrás de los “Expedientes X”, una vez “retirados” aparecen con altisonantes declaraciones que dan la razón absolutamente a todas las especulaciones de los llamados ” teóricos de la conspiraciòn” ( a quienes cabe señalar que hace unos meses la propia agencia norteamericana informó que considerará “subversivos” ), llegando en algunos casos a “superar” sus propias expectativas.
Más allá de la satisfacción que podría provocar en quienes son militantes de la postura “conspiranoica” este tipo de “confesiones”, a nosotros no nos cierran en absoluto, si tenemos en cuenta que en todos los casos se trata de personajes con altísimo grado militar, máxime si no se pierde de vista el hecho de que ningún miltar “se retira” ( igual concepto es válido para “ex” integrantes de los organismos de seguridad ) y continúa “a disposición” de la cadena de mandos hasta su muerte.
Es decir, en estas situaciones recurrentes creemos que quienes realizan “filtraciones” lo hacen en la continuidad de su “obediencia debida”, y por lo tanto lo tomamos como una declaración gubernamental velada.
Luego, cabrán en las especulaciones de cada uno, las razones que originan este tipo de manifestaciones del poder: si se trata de un blanqueo por el simple hecho de que el cambio de contexto sociopolìtico ya no lo impide, o de otra oscura manipulación basada en quién sabe qué estudios estadísticos.
La declaración original que los militares leyeron en ocasión del evento Roswell fue la siguiente:
“Los muchos rumores sobre el disco volador se convirtió en realidad ayer, cuando el oficial de inteligencia del Grupo de Bombarderos 509 de la Octava Fuerza Aèrea, Roswell Army Air Fieled, pudo tomar posesión de un disco”.
Veinticuatro horas después, cambiaron radicalmente sus afirmaciones originales y presentaron en sociedad a quien luego sería protagonista por décadas de toda desmentida oficial: el “globo meteorológico”.
El teniente Walter Haut, encargado de relaciones públicas en la base militar en 1947 y autor de ambos comunicados de prensa, por orden de William Blanchard quien entonces era su comandante, falleció en 2006, pero dejó una delcaración jurada para ser abierta después de su muerte en la cual confirmaba que la versión del globo meteorolígico era un ardid mediático y que el objeto verdadero había sido recuperado por los militares y ocultado en un hangar.
Describía haber visto no sólo la nave sinó los cuerpos alienígenas durante una sesión ultra secreta a la cual asistieron el comandante de la base ( Blanchard ) y el comandante de la Octava Fuerza Aèrea del Ejército, General Roger Ramey.
Este evento vió nacer otro oscuro “monstruo”: la confabulación entre gobierno y medios periodísticos quienes, “en aras del patriotismo y la seguridad nacional”, sacrificaron la libertad de prensa ( dando comienzo a la muerte del verdadero periodismo para dar lugar al nacimiento de la “prensa zombie” ) aceptando sin cuestionar ni dudar la ridícula explicación oficial.
Tal fue la contundencia de esta confabulación en la opinión pública que su efecto casi hipnótico perdura hasta nuestros días, pese a las contundentes declaraciones en contrario de sus propios protagonistas, incluyendo una página Web oficial del FBI ( The Vault ).
Las declaraciones de Brandon, quien durante más de 25 años tuvo a su cargo un servicio de élite de la agencia de operaciones encubiertas relacionadas con contrainsurgencia, narcotráfico y contrabando de armas, una vez más, evidencian un curioso y recurrente proceso que se sigue con respecto a este y otros temas relacionados con episodios OVNI que ya hemos analizado en otras ocasiones: poderosos personajes que otrora tuvieron a su cargo la defensa a ultranza del secreto sobre estos temas, encargados de desmentir, desprestigiar y silenciar a todo aquél que sostuviera la supuesta veracidad de la realidad extraterrestre subyacente detrás de los “Expedientes X”, una vez “retirados” aparecen con altisonantes declaraciones que dan la razón absolutamente a todas las especulaciones de los llamados ” teóricos de la conspiraciòn” ( a quienes cabe señalar que hace unos meses la propia agencia norteamericana informó que considerará “subversivos” ), llegando en algunos casos a “superar” sus propias expectativas.
Más allá de la satisfacción que podría provocar en quienes son militantes de la postura “conspiranoica” este tipo de “confesiones”, a nosotros no nos cierran en absoluto, si tenemos en cuenta que en todos los casos se trata de personajes con altísimo grado militar, máxime si no se pierde de vista el hecho de que ningún miltar “se retira” ( igual concepto es válido para “ex” integrantes de los organismos de seguridad ) y continúa “a disposición” de la cadena de mandos hasta su muerte.
Es decir, en estas situaciones recurrentes creemos que quienes realizan “filtraciones” lo hacen en la continuidad de su “obediencia debida”, y por lo tanto lo tomamos como una declaración gubernamental velada.
Luego, cabrán en las especulaciones de cada uno, las razones que originan este tipo de manifestaciones del poder: si se trata de un blanqueo por el simple hecho de que el cambio de contexto sociopolìtico ya no lo impide, o de otra oscura manipulación basada en quién sabe qué estudios estadísticos.
La declaración original que los militares leyeron en ocasión del evento Roswell fue la siguiente:
“Los muchos rumores sobre el disco volador se convirtió en realidad ayer, cuando el oficial de inteligencia del Grupo de Bombarderos 509 de la Octava Fuerza Aèrea, Roswell Army Air Fieled, pudo tomar posesión de un disco”.
Veinticuatro horas después, cambiaron radicalmente sus afirmaciones originales y presentaron en sociedad a quien luego sería protagonista por décadas de toda desmentida oficial: el “globo meteorológico”.
El teniente Walter Haut, encargado de relaciones públicas en la base militar en 1947 y autor de ambos comunicados de prensa, por orden de William Blanchard quien entonces era su comandante, falleció en 2006, pero dejó una delcaración jurada para ser abierta después de su muerte en la cual confirmaba que la versión del globo meteorolígico era un ardid mediático y que el objeto verdadero había sido recuperado por los militares y ocultado en un hangar.
Describía haber visto no sólo la nave sinó los cuerpos alienígenas durante una sesión ultra secreta a la cual asistieron el comandante de la base ( Blanchard ) y el comandante de la Octava Fuerza Aèrea del Ejército, General Roger Ramey.
Este evento vió nacer otro oscuro “monstruo”: la confabulación entre gobierno y medios periodísticos quienes, “en aras del patriotismo y la seguridad nacional”, sacrificaron la libertad de prensa ( dando comienzo a la muerte del verdadero periodismo para dar lugar al nacimiento de la “prensa zombie” ) aceptando sin cuestionar ni dudar la ridícula explicación oficial.
Tal fue la contundencia de esta confabulación en la opinión pública que su efecto casi hipnótico perdura hasta nuestros días, pese a las contundentes declaraciones en contrario de sus propios protagonistas, incluyendo una página Web oficial del FBI ( The Vault ).
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EL DÍA DESPUÉS DE ROSWELL
La historia moderna está plagada de militares con un currículum intachable que,una vez retirados del Ejército de los EE.UU., dan cuenta de supuestos secretos de estado que generalmente son funcionales a las teorías conspirativas.Este fenómeno merece una reflexión múltiple: por un lado hay que considerar muy seriamente algo que vale para todos los militares, y no sólo para los del país del norte: un oficial del ejército jamás se retira y continúa a las órdenes hasta su muerte.
Su jubilación es sólo a los efectos de su nó presencia en su lugar de trabajo, pero le debe la misma obediencia absoluta a la fuerza cuando ya no milita físicamente que cuando lo hacía.
Si alguno de sus miembros desobedece o dá a conocer secretos de estado, debe enfrentar el mismo severo castigo que un militar activo.
En los centenares de casos como el que vamos a citar más abajo jamás se ha registrado un encarcelamiento o apercibimiento siquiera para con los autores intelectuales de estas supuestas filtraciones de secretos, lo cual nos lleva, a prióri, a pensar que hicieron lo que hicieron en cumplimiento estricto de órdenes superiores.
Pero ¿cuál podría ser la causa de semejantes órdenes que en apariencia comprometerían la seguridad nacional?.
La alimentación de paranoias es una estrategia de guerra clásica, y siempre es bienvenido para asustar a los enemigos un anuncio de un ex militar que comenta haber protagonizado viajes en el tiempo, haber utilizado puertas dimensionales, haber participado de la construcción de bases en Marte o, como en el caso que nos ocupa más abajo, emulado tecnología extraterrestre.
Si Ud. vive en un vecindario peligroso, y por razones aleatorias en las que originalmente Ud. no intervino, comienza a considerársele un poderoso brujo con poderes sobrenaturales, ¿Ud. qué hace ? ¿ Sale a desmentir inmediatamente el rumor casa por casa ?.
Claro que nó: esta creencia beneficia poderosamente su seguridad ante la paranoia y la superstición ajena.
Por lo tanto, consultado sobre el tema Ud. lo negará, pero con una enigmática y socarrona sonrisa, y además alimentará el rumor cada vez que pueda a través de más rumores, esta vez inyectados a través de sus amigos o familiares íntimos.
En la vereda de enfrente de este razonamiento, está la posibilidad de que el rumor sea cierto ( aunque tal vez exagerado ) en cuyo caso Ud., si verdaderamente es un brujo poderoso ( o simplemente un campeón de artes marciales sobrevaluado ), intentará no hacer demasiada exhibición pública de sus atributos para mantener una ventaja secreta en caso de ser atacado.
En este sentido, no tomamos parte por ninguna de las dos suposiciones, pero sí lo hacemos en la creencia de que, si el rumor habla de un poder arrollador, seguramente es falaz, porque no logramos imaginar que un país que posea una máquina del tiempo o tenga acceso a puertas dimensionales se prive de dominar explícitamente el mundo impidiendo cualquier tipo de balance o competencia seria, y esto sí es una realidad empírica que atañe a nuestra especie. Jamás Estados Unidos o Rusia habrían protagonizado crisis como las que cada uno protagonizó si hubieran poseído semejantes armas: si no pudieron ni pueden evitar estos contratiempos, es porque no tenían ni tienen con qué evitarlos.
Dicho todo esto, pasaremos a hablar del libro del coronel retirado Phillip Corso, miembro del “staff” de inteligencia del general McArthur durante la guerra de Corea, brillante científico, miembro del Concejo de Seguridad Nacional en el gobierno de Eisenhower, y jefe del equipo de investigación y desarrollo de tecnologías desconocidas del Pentágono en los años sesenta, que documenta una de las especulaciones más creíbles que se han hecho respecto a supuestas tecnologías secretas, ya que de ser cierta, habría requerido igualmente un largo tiempo de comprensión y experimentación hasta lograr una emulación operativamente aceptable.
Una prueba de esto puede experimentarla Ud. mismo si conoce algún anciano que supere los 80 años y mantiene su lucidez mental: intente que trate de manipular correctamente un smartphone o un tablet y luego solicítele que le explique en qué se basa la tecnología.
Más o menos así ( o peor ) habría sido la actitud de un científico en 1.947 frente a aparatos avanzados, algunos biotecnológicos, y completamente independientes de la mecánica de engranajes, bulones, correas y motores explosivos que dominaban la época ( salvo que se haya contado, como lo sugiere la obra de Corso, con el asesoramiento de supuestos sobrevivientes ).
El libro, como ya anticipa su título, habla del famoso caso Roswell confirmando el accidente de una nave alienígena y dando cuenta de los adelantos tecnológicos que se produjeron a partir de este incidente en el área militar gracias a la copia de equipos extraterrestres.
Corso explica en su libro que participó de manera directa en la investigación, diseño y fabricación de aviones stealth, microondas, satélites, tecnología antigravedad, chips, equipos de visión nocturna, tecnologías desarrolladas en base a los restos del OVNI roswelliano, lo cual a nuestra manera de ver, sobrevalúa el evento en desmedro de muchas otras circunstancias, pero no deja de ser interesante incluso cuando aborda la cronología del secretismo que trajo aparejado y la construcción de infinitas bases secretas.
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